jueves, 9 de febrero de 2023

 EL PAN DE ESTE DÍA. Gálatas 5:22. “Mas el fruto del Espíritu es … fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”. Beneficio.

 

Dios nos ha dado una semilla que hace que produzcamos su fruto, este se asemeja a un racimo, como las uvas o el plátano, que es un solo fruto. Así el Espíritu Santo, nos hace Producir un fruto con nueve gracias, tres son para ofrecerlos a Dios; tres son directamente para beneficiar al prójimo; y tres para nuestra alma o beneficio propio; el alma nuestra es exigente y padece necesidades profundas, por ejemplo, en Salmos 42:1. Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo”. El Espíritu produce para nosotros fe, mansedumbre y templanza.

 

A). La FE es el vehículo que nos transporta a las cosas divinas, al diálogo con Dios, a la esperanza de la vida eterna, y a creer en lo que Dios dice y cómo se manifiesta. A la Fe la describe Hebreos 11:1. “Es, pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Hay quienes tienen fe, pero no en Dios sino, en tradiciones, en espíritus, en santos, en religiones, en iglesias, en pastores y demás. Nunca en el Dios verdadero; porque para ello, es preciso conocer a Dios para poder amarlo y esto por su palabra, Romanos 10:17. “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. La fe verdadera no se puede desligar de la palabra de Dios, y de la misma manera el oír la palabra sin fe, para nada aprovecha. Hebreos 4 2. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.

 

La fe se manifiesta por encima de la necesidad de poseer evidencias que demuestren la verdad de aquello en lo que se cree. Es tener confianza plena en eso o alguien; y la credibilidad que se le otorga debido a la autoridad, fama o reputación de quien lo afirma. Nos dice Hebreos 12:2. “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”. Jesús encierra a los creyentes de fe, con él comenzó, y con él acabará; cuando lo veamos, pues con él estamos completos para siempre. Sin esta fe es imposible agradarle, porque no tienes ni la convicción, ni la certeza de quién es tu Dios. 

 

B). La mansedumbre se refiere a la docilidad, suavidad o a la capacidad que tiene el hombre de Dios para doblegar su carácter, tratar a las personas, y evitar tanto pleito, como era el profeta, Números 12:3. “Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra”. El hombre manso no reviste peligro, por ello es confundida con debilidad; pero es un error pues quien es Manso posee una gran fuerza interior y una enorme convicción para enfrentar situaciones difíciles o adversas sin recurrir a la violencia o caer presa de sentimientos de cólera y rencor. Como Jesús: Mateo 11:29. “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. Por ello es que Salmos 37 11. “los mansos heredarán la tierra”. En este sentido, la mansedumbre nos ayuda a desarrollar el autodominio y a fortalecer nuestras convicciones personales, morales o espirituales. Está relacionada con la humildad y la apacibilidad, y es base para acatar la disciplina del Señor.

 

C). La templanza es la capacidad que Dios nos da para ser moderados y tener el dominio y control de nuestras operaciones sensitivas, para hacer uso de nuestros sentidos de buena manera. Es actuar, hablar, comer, ver, caminar de forma cautelosa y justa, con sobriedad, moderación o continencia, para evitar daños, dificultades e inconvenientes. Ella nos permite controlar las pasiones, vicios e impulsos frente a los encantos de los deseos, placeres o instintos. Pero también de disfrutar de lo que es sano sin excesos y equilibrio. 1 Corintios 6 12. “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, más yo no me dejaré dominar de ninguna”.

 

El fruto del Espíritu Santo para beneficio, lo produce Jesucristo en nosotros, que cuando nos bautizamos en su nombre, nos hace aptos para que él viva en cada uno y produzca fruto para vida eterna.

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