EL PAN DE ESTE DÍA. Habacuc 2. “Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja”. Responder.
Como
seres humanos nos negamos a aceptar la realidad y queremos respuestas a todo, y
más cuando hemos expuesto una queja como lo dice Habacuc: “Ya te he presentado
mi queja, y ahora voy a estar muy atento; voy a esperar tu respuesta. “Y Jehová
me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra
el que leyere en ella”. La respuesta de Dios no es lo que muchas veces
esperamos, siempre asociamos a Dios con paz, con tranquilidad frescura y demás
sinónimos que no revisten peligro. Y de verdad lo es, pero con aquellos que son
como Él. Salmos 18:26. “Limpio te mostrarás para con el limpio, Y severo serás
para con el perverso”.
El
profeta se presenta como el guardián, que vela por los intereses espirituales
de su pueblo, y, como tal, espera poder transmitir a éste la respuesta de
Jehová a sus angustias. El Señor responde que le va a comunicar una revelación
que debe poner por escrito en caracteres bien legibles: pero también el que la
lea deberá ponerse en acción de inmediato, pues es para instrucción del pueblo,
pues así servirá de testimonio para cuando ocurra, "Aunque la visión
tardará un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare,
espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará."
La
palabra del Señor está comprometida en su ejecución y es en serio que vendrá su
justicia. por ende, el profeta debe tener en cuenta, que mientras se realiza la
profecía, el que no tiene alma recta, sucumbe, mientras que la fidelidad del
justo es la mejor garantía de un triunfo definitivo, porque tiene la protección
divina que le ofrece la fe: He aquí que aquel cuya alma no es recta, se
enorgullece; más el justo por su fe vivirá. Si bien cierto que hay impíos que
alarguen sus días por su maldad, al justo le irá bien. y aunque el impío haga
alarde de su poderío, se consumirá su buen parecer, porque Dios no puede
permitir que el impío triunfe indefinidamente, dejando al justo sin darle lo
merecido.
Nuestro
Señor Jesucristo no es un dios falso que la gente juega con Él, Él en serio
tiene el control. 2 Pedro 3:9. El Señor no retarda su promesa, según algunos la
tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que
ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. Por ello
advierte, “Tardará un poco en cumplirse, pero tú no te desesperes; aún no ha
llegado la hora de que todo esto se cumpla, pero puedo asegurarte que se
cumplirá sin falta. Aunque veas a los ebrios de poder traicionando sus amigos,
sus convicciones, su familia, y con ello ensanche sus propiedades y se haga a
pueblos y gentes como aliados; un día todos éstos levantarán y se reirán:
"!!Ay del que multiplicó lo que no era suyo!" déjalo, un día se
levantarán sus detractores y lo harán temblar, y le harán pagar con creces, lo
que hizo.
El
hombre noble cuya alma se deleita en Dios, no puede perder la esperanza, aunque
el cielo se desplome, y la tierra se consuma por la injusticia, debe vivir por
la fe sin dar un paso atrás”. Debemos pensar que triste será el final del avaro
y los suyos, pues acumula tesoros de maldad. Por esto: ¡Ay del que codicia
injusta ganancia para su casa, para poner en alto su nido, para escaparse del
poder del mal! Tomaste consejo vergonzoso para tu casa, asolaste muchos
pueblos, y has pecado contra tu vida”. Estos creen que entre más acumulen
riquezas les irá mejor, a ellos y su familia, “pero lo único que hiciste fue
ponerlos en vergüenza. ...y tú misma te hiciste el daño. ¡Las paredes de tus
ciudades son testigos de tu maldad!”.
La priorización de las necesidades es factor importante para el ser humano, Marcos 8:36, Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” Por esto, Él advierte: “…Los pueblos, pues, trabajarán para el fuego, y las naciones se fatigarán en vano”. Dios desea responder al hombre noble, haciéndole cambiar y buscar el perdón de los pecados en el nombre de Jesucristo; porque él es el sabio Dios que nos ama, perdona y nos salva.