EL PAN DE ESTE DÍA. Romanos 5:3. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”. Esperanza.
Al poder entrar
por los cinco pórticos convergentes a Cristo podemos estar seguros que Romanos
8:39. ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar
del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Esto significa
seguridad, por lo tanto, el hombre de Dios está preparado para toda buena obra,
no importando las diferentes vicisitudes, y en lugar de renegar de la condición
se goza como pasó en este texto: 2 Corintios 7:4. “Mucha franqueza tengo con
vosotros; mucho me glorío con respecto de vosotros; lleno estoy de consolación;
sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones”.
Las tribulaciones
producen gozo, cuando se sabe que Dios perfila para trabajos gloriosos. Al
nacido de Cristo, nada le acontece de manera fortuita, como lo afirmó Jesús,
Juan 7:6. “Mi tiempo aún no ha llegado, más vuestro tiempo siempre está
presto”. Él tiene el control, por lo tanto, no hay problema porque somos y
creemos en un solo Dios que obra. Lamentaciones 3:37 al 39. “¿Quién será aquel
que diga que sucedió algo que el Señor no mandó? ¿De la boca del Altísimo no
sale lo malo y lo bueno?”.
Dice el Apóstol
que, ante esa esperanza de la gloria futura, nos gloriamos “incluso en las
tribulaciones”. Y es que las tribulaciones, como a soldado en campaña, nos dan
ocasión de ejercitarse en la paciencia y fortificarse en la virtud,
acrecentando nuestra espiritualidad y nuestros deseos de llegar a la meta final
y recibir el premio. 2 Corintios 4:17 al 18. “Porque esta leve tribulación
momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de
gloria”; aparte de eso nos muestra la base de la esperanza que se fija en lo
que no hemos recibido ni mirado: “no mirando nosotros las cosas que se ven,
sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que
no se ven son eternas”. Romanos 8:24 al 25. Porque en esperanza fuimos salvos;
pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué
esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.
Nos recuerda que
el fundamento de nuestra esperanza es “el amor de Dios que ha sido derramado en
nuestros corazones por la virtud del Espíritu Santo” que es el misterio
revelado: Colosenses 1:27. a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de
la gloria de este misterio entre los gentiles; *QUE ES CRISTO EN VOSOTROS, LA
ESPERANZA DE GLORIA*. Esto significa que Jesús no se sacrificó ni dio su vida a
petición de nadie pues dice: Juan 10 17. “Nadie me la quita, sino que YO DE MÍ
MISMO LA PONGO. TENGO PODER PARA PONERLA, Y TENGO PODER PARA VOLVERLA A TOMAR.
…”. Este amor es la expresión máxima de amor terrenal: Juan 15 13. “Nadie tiene
mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”. Claro que no se
trata de un amor que quedase solamente en una actitud de benevolencia desde fuera,
sino de un amor con un lazo viviente dentro de nosotros, un Padre de verdad que
bajo ninguna circunstancia nos abandonará. Juan 14 17 18. “el Espíritu de
verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero
vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. *No os
dejaré huérfanos; vendré a vosotros”.*
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