jueves, 9 de febrero de 2023

 EL PAN DE ESTE DÍA. Hechos 2:28. “Me hiciste conocer los caminos de la vida; Me llenarás de gozo con tu presencia”. Gozo.

 

Nuestra búsqueda permanente de la felicidad es una constante, y terminamos en medio del vicio, la miseria y la misma muerte, pues: Proverbios 14:12. "Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte". Así, la vida del ser humano es tediosa, enfermiza e imposible, aun en los siervos de Dios, Job 5:7, "Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, Así el hombre nace para la aflicción. Job 7:5, y 15. Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo; Mi piel hendida y abominable. Y así mi alma tuvo por mejor la estrangulación, Y quiso la muerte más que mis huesos". Esa vida agitada nos acosa a encontrar el camino del gozo que trasciende la muerte. Job 19:25, 26, Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios”.

 

Todos los adelantos científicos, los estudios especializados, y los esfuerzos de la humanidad propenden por hallar el elixir de la felicidad eterna. Sin embargo, lo que ellos no logran, nosotros en Cristo lo encontramos; así, cada día que pasa, cada año que vivimos, cada hora, cada minuto, ansiamos experimentar el gozo que por su naturaleza nos inspira Dios, como pedía Job, 23:3. "¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios! Yo iría hasta su silla. 2 Corintios 5:2. Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial”. Nuestro objetivo cambió, pues Cristo resignifica nuestra vida enseñándonos la verdadera adoración; haciéndonos ver lo que vale la pena; dejando relegados la vida, el poder, y demás bienes terrenales, por anclar los celestiales. Romanos 8:24. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?

 

“Me hiciste conocer los caminos de la vida”. Dios no ha llamado niños al arrepentimiento, sino hombres vividos, capaces de diferenciar la clase de camino por el que se anda, quien no puede hacer esa diferencia, no ha madurado, o quizá no ha vivido, pues de seguro madurar es sacar ventaja de lo vivido y responder por sus actos. Pablo recuerda sus caminos pasados cuando militó en la carne con vergüenza. Romanos 6:21. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte”. El sabio invita a vivir de forma responsable, y nos advierte que solo Dios tiene el poder para librarnos del mal y encaminarnos por el gozo. Proverbios 2 12, al 20. Para librarte del mal camino, De los hombres que hablan perversidades, Que dejan los caminos derechos, Para andar por sendas tenebrosas; Cuyas veredas son torcidas, Y torcidos sus caminos. Así andarás por el camino de los buenos, Y seguirás las veredas de los justos.

 

No olvidemos que la presencia del Señor es Plenitud de gozo, y cuando el hombre lo halla, siente ese poder reflejado en gozo. El etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, en una oportunidad que había venido a Jerusalén para adorar; y de regreso se encontró con Felipe quien le indicó a Jesucristo como el sumo gozo al bautizarlo en su Nombre: Hechos 8:39, Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó. Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino.

 

No vale la pena buscar el gozo y la felicidad en los caminos de maldad y tinieblas; recordemos lo dicho por el apóstol 1 Pedro 4:3, Pues ya basta con el tiempo que han desperdiciado haciendo lo que agrada a los incrédulos, entregados al desenfreno, a las pasiones, a las borracheras, a las orgías, a las parrandas y a las idolatrías abominables”. No sé qué senderos has transitado en tu vida; como podrás darte cuenta ninguno mitiga tu sed de felicidad porque, este gozo, sólo está en Jesucristo, y perdura para siempre. El bautismo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo nos llena del gozo eterno, pues por el perdón, entramos en su comunión y santidad, y nos volvemos uno con él.

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