jueves, 9 de febrero de 2023

 EL PAN DE ESTE DÍA. 2 Crónicas 15:2, al 7, y salió al encuentro de Asa, y le dijo: Oídme, Asa y todo Judá y Benjamín: Jehová estará con vosotros, si vosotros estuviereis con él; y si le buscareis, será hallado de vosotros; más si le dejareis, él también os dejará”. Restaurar.

 

Aquello que perdió valor y lucidez tiende a ser desechado, y lo que se ha desechado difícilmente se restaura; sin embargo, estamos hablando de seres humanos, y lo más importante es que quien habla es Dios, el que da el valor. En los días de rey Asa No estaban viviendo los mejores tiempos; el profeta advirtió la condición social tan lamentable en la que se encontraba la nación, y todo había comenzado por la carencia de Dios en sus vidas, *“Muchos días ha estado Israel sin verdadero Dios y sin sacerdote que enseñara, y sin ley”*.

 

El asunto era tal que: “En aquellos tiempos no hubo paz, ni para el que entraba ni para el que salía, sino muchas aflicciones sobre todos los habitantes de las tierras. Dios se había disgustado con ellos y permitía el pillaje. Por ello la descomposición se había generalizado al punto que: “una gente destruía a otra, y una ciudad a otra ciudad; porque Dios los turbó con toda clase de calamidades”. Ellos no se volvían a Dios hasta que, *“cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos”*.

 

Allí estaba el profeta Azarías hijo de Obed que dijo: “Pero esforzaos vosotros, y no desfallezcan vuestras manos, pues hay recompensa para vuestra obra”. Estas palabras entraron en el corazón del rey e hizo que éste cobrara ánimo, y se diera a la tarea de hacer lo primero que el aspirante al reino de Dios debe hacer, *“… quitó los ídolos abominables de toda la tierra de Judá y de Benjamín, y de las ciudades …; Y REPARÓ EL ALTAR DE JEHOVÁ QUE ESTABA DELANTE DEL PÓRTICO DE JEHOVÁ”*.  En esta historia de la palabra de Dios, podemos ver el interés de Dios por restaurar a su pueblo, pero éste realiza tres cosas importantes.

 

1º). Oír la voz de Dios. Una gran mayoría de reyes la ignoraron. Jeremías 35 15. "Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde temprano y sin cesar, para deciros: Volveos ahora cada uno de vuestro mal camino, y enmendad vuestras obras, y no vayáis tras dioses ajenos para servirles, y viviréis en la tierra que di a vosotros y a vuestros padres; mas no inclinasteis vuestro oído, ni me oísteis". Sin embargo, Asa escuchó la voz de Dios y tomo correctivos. Dios habla muchas veces y de muchas maneras, No importa quien seas, en qué condiciones vive, ni qué clase de persona es, si puedes detenerte un instante, Dios te hablará.

 

2º) QUITÓ LOS ÍDOLOS ABOMINABLES. Cuando has oído de verdad la voz de Dios no puedes continuar siendo uno más del montón. Noé escuchó la voz de Dios y fabrico el arca en la que se salvó él y su familia; Abraham escuchó al Señor y abandonó su tierra y su parentela; José había oído a Dios en sueños y sabía que le deparaba cosas gloriosas y por ello no se acostó con su Patrona. Moisés abandonó las comodidades de un ganadero, y salió para socorrer a sus hermanos los esclavos. Las cosas que no nos dejan servir a Dios, son ídolos, sea lo que sea, incluso familia. Mateo 10 37. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí.

 

3º). REPARÓ EL ALTAR DE DIOS. La pérdida de la familia, los vicios y la vida placentera, son vestigios de la ruina moral y espiritual. Sin la presencia de Dios, la vida del hombre es un caos; Él, es esa inteligencia ordenadora que ha permitido que el universo gire por millones de años y se entrecruzan a velocidades vertiginosas y mantengan el orden, sólo él puede ordenar nuestras vidas. Ese Dios es el dador de la vida a quien se debe ofrecer la vida misma. Todos debemos hacer un altar a Jesucristo en nuestros corazones. Él, no te busca para destruirte, si no, para restaurarte a la vida eterna y darte la dignidad de hijo de Dios. Repara tu vida, quita aquello que te impide glorificarlo; comienza aceptándolo como el verdadero Dios y la vida eterna, bautizándote en su nombre para el perdón de tus pecados.

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